martes, 28 de agosto de 2012

Periodismo sentimental (I): Ruth, José y Will McAvoy

Will McAvoy se ve obligado a abrir su informativo (de la serie The Newsroom) con la noticia del asesinato de un niño a manos de su madre claramente incompetente.
Es una rendición: y su equipo y él lo saben cuando su objetivo era elevar el nivel del del debate en los medios.
Una de las invitadas intenta darle la vuelta a la noticia, mejorarla: ¿cuántos niños desaparecidos a los que los medios no les prestan atención debido al color de su piel (negros, hispanos, asiáticos...) o al hecho de que son poco fotogénicos? ¿Y por qué no hablar del aborto: estaba preparada esa madre adolescente para hacerse responsable de un niño?
Obviando la televisión, los medios escritos españoles se han volcado con las últimas noticias sobre el asesinato de Ruth y José. El Mundo, noticia principal de portada a cuatro columnas, editorial donde, cómo no, se escribe del 11M, y, en el interior, cuatro páginas. También aparece en la portada de El País (editorial y tres páginas en el interior) y en las de La Verdad y La Opinión, el primero de los diarios regionales también recuerda antiguos asesinos de sus retoños: Sangre de su sangre.
El diputado popular que no llega a fin de mes
En el mismo capítulo de The Newsroom (el programa ha bajado audiencia y la mejoran a la de tres o corren el riesgo de que despidan a Will y de que no se celebre el debate político entre candidatos republicanos que preparan desde hace meses en la redacción) McAvoy también "informa" de los tuits eróticos que un candidato envió. Un notición, una situación que me recuerda a la del diputado del Partido Popular que no llega a fin de mes con más de cinco mil euros.
Lo del diputado, a pesar de su mal gusto, es una anécdota comparado con los recortes que ya ha llevado a cabo el Partido Popular y que han desmantelado casi el Estado del Bienestar (y con la lucha heroica que van a mantener médicos para intentar que ningún enfermo quede sin atención: "Crearemos una red que atienda a todos") y, si fuera posible, van a continuar en los próximos meses, ahora con profesores y maestros, quienes preparan a nuestros hijos.
Producimos periodismo basura (fast food) y consumimos periodismo basura. Un periodismo que mueve a la indignación pero jamás a la reflexión. Tal vez el diputado popular y el asesino de Ruth y José sean síntomas de una enfermedad, pero los periodistas no tratamos la enfermedad, nos quedamos en la epidermis: unas lagrimitas de la audiencia, no sé hasta qué punto de cocodrilo, nos bastan, claro, y alimentar el morbo: sexo y sangre o sangre y sexo, como en el circo romano. Y si es posible con fotos: como del joven caravaqueño que le clavó un cuchillo a su madre. Importaba la fotografía, la que con mal gusto publicó La Verdad (algunos medios se alimentan de carroña) y no, en cambio, La Opinión.
Al final de The Newsroom, Will se pregunta si tiene más importancia para mantener informada al país, para que pueda decidir sobre su futuro, la noticia del niño (o la niña, no recuerdo) asesinado o las leyes que los republicanos han aprobado para cambiar la identificación a la hora de votar: nuevas trabas con el objetivo de que parte de la población no pueda votar: habrán adivinado, ¿no?, afroamericanos, hispanos... pobres.
Afganistán no es más seguro que cuando EEUU lo invadió; Francia continúa desalojando gitanos, el coste de las medicinas para los pacientes se eleva un 36%, ninguna universidad española entre las doscientas mejores del mundo...
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