lunes, 9 de enero de 2012

Porque te vi llorar (1941): cuando la transgresión te encuentra, no se busca

"Breton afirmó que el gesto surrealista más simple consiste en salir a la calle revólver en mano y disparar al azar contra la gente. Buñuel también escribió que Un perro andaluz no era sino un llamamiento al asesinato". Mientras se proyectaba esta película por primera vez en París, el director aragónes esperaba tras la pantalla con piedras en las manos por si decidían lincharlo.

Buñuel buscaba (y conseguía) provocar, como posteriormente Pasolini con Salò o Ferrari con La gran comilona. O, más cercanos en el tiempo, cualquier Almodóvar (el de Kika, el de Hable con ella, por la querencia del manchego por la violación bufa), cualquier Gaspar Noe o Lars von Trier... 
Pero la auténtica transgresión tal vez no se busca, ella te encuentra a ti. Cómo explicar que la mayor transgresión de todo el cine español la dirigiera Juan de Orduña (franquista de pro y autor de Agustina de Aragón, Alba de América, La leona de Castilla... y también de El último cuplé).
Compruébenlo: la película se llama Porque te vi llorar (año 1941). El 18 de julio de 1936 (menudo día para una pedida de mano) milicianos asturianos, de Castralto, asesinan a un joven y violan a su prometida. Nace un hijo (al que los padres de ella, nobles de sangre, ni se acercan, y la buena sociedad rechaza a la joven) y la violada le llora a la Virgen (no me pregunten qué Virgen), poco después un hombre en su balcón le confiesa ser su violador y padre del hijo y se muestra dispuesto a recuperarlo. Ella convence a su padre que le busque marido y se casa con él ("él se casa con mi dinero y con un muerto") en una boda/funeral, ella toda de negro, en la que solo se da cuenta de que se está casando con su violador cuando él pronuncia el "sí quiero". Pero es que, aunque no conviven, ella comienza a amarlo y a odiarlo (como si ella fuera Catulo:  Odio y amo/Quizá te preguntes/cómo puedo hacer eso./No lo se./Pero es lo que siento,/y me torturo.).
Violada y violador (hermana y hermano en la vida real)
Por supuesto que al final el violador no resulta ser un violador, al contrario, es un caballero mutilado por la patria que la vio llorar (de ahí el título) y pensó en que la joven recuperara su honra (España violada, mujer ultrajada: los españoles y su honor calderoniano en el coño de las españolas)...

Guerra de España
Animalada de guión aparte, la película no deja de ser más propagandística del bando nacional: la rutina del campo, aguas embravecidas que anuncian tragedia, un paseo por una playa asturiana de una pareja que sueña con niños, el corro de señoritos hablando de los rumores de África ("en octubre de 1934 escapó de aquí de milagro mi hermano Ignacio"), los milicianos, de fea cara, como una jauría (limitadísimo Juan de Orduña sin la fuerza de Furia de Fritz Lang), los desfiles de la victoria, el trigo que crece en el campo, el repique de las campanas, la santa o la virgen en procesión...
Y, sobre todo, esa ama (niñera de la violada) que rompe a aplaudir tras un concierto de la joven, se percata entonces de su posición, se avergüenza y la joven le dice: "tú puedes venir siempre donde yo esté"; para corroborarlo el futuro marido de ella (minutos después asesinado) deja que lo bese. Una España con un orden natural (unos arriba, otros abajo), pero armonioso: paternalismo, caridad cristiana... Los buenos criados se ponen de parte de los señoritos y no de los mineros... Y ese final del que ya he hablado con las comparaciones erótico religiosas entre la mujer y España...

Juan Quintero se encarga de la música de la película. Una lástima que las canciones populares no se entiendan (la copia que circula por la Red es lamentable).

¿Y si...? Quitándole las referencias a la Guerra de España, esta truculencia, este folletín insensato, podría haberse convertido en una obra maestra (de esas para degustadores de lo rarito) en manos de Fassbinder, de Buñuel, de Douglas Sirk..., hasta del Raoul Ruiz de Misterios de Lisboa. Solo la boda/funeral merece un lugar en cualquier antología. 
Como la ha dirigido Juan de Orduña y la protagonizan dos hermanos (carnales, pero no los de Surfin' Bichos) que no disfrutan comiéndose la boca, solo cabe preguntarse qué hacían los ceñudos curas censores entre comilona y vírgenes en procesión. ¿En el 41 eran los falangistas o los católicos quienes controlaban la censura?
Con un poco de yerba, se la puede colocar en un altar. ¿Algún director valiente se atreve con un remake?


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